Casa de Esther, patrimonio cultural del buen comer
Frente a la plaza de Pedro González, un pueblo ubicado en el estado Nueva Esparta, se encuentra una quinta colonial en donde se lleva a cabo la magia de la gastronomía margariteña. La Casa de Esther nos abrió sus puertas para que conociéramos el particular encanto de su cocina que la convirtió en patrimonio cultural de la región
Esther González nos recibió con una sonrisa que ilumina la casa completa; su carisma y personalidad fue el abreboca ideal para lo que debíamos esperar. El restaurante está repleto de diferentes objetos antiguos que representan una historia en particular. A su vez, los espacios al aire libre crean un balance entre cada rincón decorado y la naturaleza. Apenas entras a la Casa de Esther, puedes apreciar el color en todas sus formas y significados.
“Cada mesa cuenta una historia y cada objeto que viste las paredes del restaurante también. Muchos de ellos fueron donados por mis clientes con mucho cariño en agradecimiento al trabajo y al amor que le ponemos a nuestra cocina”.
Pero ¿cómo comenzó todo?. La casa en donde se desarrolla el restaurante tiene aproximadamente 150 años. La familia dueña del lugar decidió darle las llaves a Esther para que ella hiciera de ese espacio algo único e inigualable. Luego de 20 años, Casa de Esther es considerada un destino obligatorio de la Isla de Margarita, fue denominada como patrimonio cultural y es recordada por su calidez, comida y su atención.
“El doctor Rodríguez, entonces presidente del Instituto del Patrimonio Cultural, vino a comer para acá y luego de llevarse una grata experiencia decidió decretar este restaurante como patrimonio cultural. Los objetos también forman parte de esta declaración porque, junto con mis platos, representan lo que significa la cultura de la Isla de Margarita”.
En un principio, el restaurante fue bautizado bajo el nombre de Casa Vieja. A los pocos meses de su inauguración, representantes de otros restaurantes visitaban el lugar con la intención de “buscar inspiración” para sus propias propuestas gastronómicas. Sin embargo, Esther se dio cuenta de que muchos de sus platos fueron plagiados en otros restaurantes de las principales zonas de Margarita. Por esta razón y luego de dos años, decidieron ponerle un sello que los identificara y, como consecuencia, cambiaron el nombre a Casa de Esther.
El menú, que está disponible hoy en día en el restaurante, se encuentra intacto desde su inauguración. La importancia y la clave del éxito del mismo ha sido el esfuerzo por mantener la frescura de sus ingredientes. Aunque la mayoría de los platos se caracterizan por utilizar el pescado como proteína principal, la variedad de los ingredientes y las diferentes preparaciones evitan que la carta sea monótona y aburrida. “Yo me inspiro en la cocina de mi casa y en la Margarita de antes. No queremos perder la identidad, somos margariteños y estamos orgullosos de eso”.
Es indispensable mencionar que el restaurante es manejado únicamente por ocho personas quienes se aseguran que cada plato que salga de la cocina represente la esencia y el sabor de la gastronomía margariteña. Sin embargo, las únicas que se encargan de preparar los platos son Esther y su hija. Es impresionante y casi increíble saber que solo cuatro manos se encargan de hacer la magia dentro de la cocina de Casa de Esther.
“Cada día significa muchísimo trabajo, estrés y esfuerzo pero al final de la tarde todo vale la pena. El cariño que le doy a las personas y la atención que le dedico al servicio se recompensa con la sonrisa de la gente cuando sale de la casa”.
Además de ofrecer excelente comida y trasmitir la identidad de los margariteños, a lo largo de su trayectoria Esther ha trabajado para romper con los prejuicios que tienen la mayoría de las personas acerca de la gastronomía de la isla. Para muchos visitantes, Margarita significa pescado frito y tostones en la playa pero, en realidad, va mucho más allá de eso.
La variedad de pescados que existe es innumerable y, junto con las diferentes preparaciones, se pueden crear infinitos sabores. Todo esto sin incluir los ingredientes locales característicos de Nueva Esparta como lo es el ají margariteño.
Mientras Esther contaba toda su trayectoria en el mundo culinario y compartía numerosas anécdotas de sus clientes, ofreció una serie de platos que evidenciaron la razón por la cual la Casa de Esther es patrimonio cultural de la Isla de Margarita.
Como entrada, preparó un mixto de ajíes margariteños gratinados y rellenos de queso guayanés con semilla de comino, cazón guisado al estilo margariteño, morcilla con sofrito de papelón, jengibre y ají dulce, lentejas de beluga al curry masala y chicharronada con plátano topocho. La dulzura que aporta la mermelada de ají margariteño con lo salado de los rellenos crea la armonía perfecta. Al terminar, es sumamente delicioso comer un poco de casabe y limpiar la salsa sobrante del plato.
Posteriormente, sirvieron, en torno a la época navideña, un bollo de raya en reducción de Malbec, papelón y especies dulces. La masa del bollo es suave sin que se desmorone por completo. Aunque el sabor predominante es el de raya, las especies se intercalan en el paladar lo que evita la saturación del sabor a pescado.
Como plato principal, Esther ofreció dos filetes de pescados cubiertos en dos salsas diferentes; el primero en ají dulce margariteño y el segundo glaseado con chile, ron y banana. En ambos casos, pudimos sentir la frescura del pescado gracias a la suave textura del mismo. De igual forma, la cantidad de salsa servida es la adecuada, Esther sirve la cantidad suficiente para disfrutarla sin la necesidad de ahogar a la proteína. Los dos platos estuvieron acompañados por arroz de cúrcuma y canela y una ensalada de plátano verde bañada sutilmente en una ligera vinagreta francesa.
Por último, Esther presentó su postre característico: arroz con coco servido con helado de auyama y sirope de canela. Este postre es ideal para compartir porque, a pesar de no ser una gran porción, la dulzura se siente en cada bocado. Como Esther nos enseñó, se debe sumergir la cuchara para unificar el arroz con el helado y así, apreciarlo como un todo.
Para resumir la experiencia, cada uno de los platos sabe a Margarita y, a su vez, cada uno representa en su forma particular el sentido de ser venezolano. Si es primera vez que visitan el restaurante, les recomendamos hablar con Esther para que ella los oriente y puedan elegir los platos más adecuados para conocer la esencia que nosotros pudimos sentir.
A pesar del éxito y el reconocimiento que Esther ha logrado con el restaurante, no tiene pensado expandirlo o abrir otro local en las zonas más concurridas de la Isla. Para ella, gran parte de la esencia se perdería y por ende, todo cambiaría.
“Para muchos, el restaurante queda un poco lejos pero una vez que lo conocen todos se dan cuenta de que vale la pena porque sus expectativas son superadas. Además, el paisaje del camino es espectacular”.
Por último, Esther nos comentó que ella sigue y va a seguir en Margarita y en Venezuela. Ella ve una luz de esperanza que la motiva a trabajar y a luchar cada día por representar y mostrar lo mejor del país. El secreto está en el amor por Venezuela y en la perseverancia.
Antes de despedirnos, Esther nos señaló un artículo que le habían hecho hace unos cuantos años y que había llegado a manos de un italiano. Literalmente, el europeo compró un boleto y viajó a Venezuela para que Esther le preparara el plato que se veía en la foto del artículo. Con esta historia, Esther recalcó el amor que siente por lo que hace y nosotros le prometimos que, para la próxima vez que volviéramos, le íbamos a traer una de nuestras revistas para que formara parte de la decoración de la Casa de Esther. Coordenadas para degustar el cariño y la sazón margariteña: Dirección: Pedro González, Estado Nueva Esparta, Venezuela. Horario: De martes a domingos de 1:00 a 5:00 pm. Únicamente con reservación. Teléfonos: 0416.196.60.52 Instagram: @lacasadeesther
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